Sinopsis
El sentimiento de vergüenza o de pudor ha regresado al primer plano de la sociedad. Pero no lo ha hecho desde la perspectiva moral, sino desde la antropológica, donde la persona es la protagonista. El pudor se revela como una de las fronteras que protegen el territorio de la intimidad personal, que nada tiene que ver con la timidez o la misantropía, sino con salvaguardar la propia identidad. En este sentido, el pudor representa un ataque radical a las corrientes sociales que promueven la exposición a ultranza. En la actual tesitura, en la que uno sólo es alguien en la medida en que se desnuda ante los demás, el pudor ayuda a defenderse de la manipulación, a mantener la cordura en las relaciones y a que cada cual se comprenda desde su propia interioridad.